Parar | Del latín parāre, preparar.
Es la primera vez en este mes que he decidido pasar toda la tarde sin hacer nada.
Veo capítulos de series que mañana olvidaré, documentales que me incitan a
hacer deportes que nunca haré y escucho canciones en bucle esperando saber la
letra a la perfección en esta tarde de viernes de muertos. Quizá ésta haya sido una de
las decisiones más complejas y brillantes del mes. Justo cuando aparece en la
televisión la conversación de un padre con su hijo en el coche rumbo a la
universidad me doy cuenta de que sé cómo va a acabar la temporada que acabo de
empezar a ver en esta plataforma que nos vuelve locos a todos. Me asusto de lo
poco que consigo pensar en mí. Ni un poco de estos ratitos. Nada en absoluto. Nada.
Alcanzo la mirada hacia el cuadro de amapolas que hay en la pared verde del salón
y pienso en demasiadas cosas, se me aturullan unas y después otras. No
llego a dar con una idea concreta, con una sola sensación. Nada en absoluto. Pensamientos sin calificar, sin examinar, a la deriva. Que hoy
haya tomado tal decisión no significa que no escuche música normalmente, tampoco significa que a menudo no vea series o que no haya ido al cine en
todo este mes. Aparece una extraña pero amigable sensación de tranquilidad
dentro de mí al pensar en algunas noches de octubre. Por fin consigo quedarme con
una imagen en mi cabeza. Solo una. La tengo. La retengo. Intento que mi memoria fotográfica no me engañe. A duras penas puedo aguantarla.
Lo primero que identifico son unos pantalones vaqueros negros desgastados, justo en la parte de las rodillas. Está sentado en un sofá antiguo que pronto
desaparecerá. Apoyada en la rodilla derecha una guitarra nueva que se acaba de comprar esta
semana. Con ésta la sexta. Justo a su izquierda, de pie encima del sofá, tiene la
primera acústica que se compró cuando empezó a tocar la guitarra cuando era un
crío indeciso. Lleva una camiseta negra y está demasiado guapo para ser un
martes por la noche. Sus manos se desplazan fácilmente por el mástil. Parece no
tener frío y eso que está la ventana abierta en plena noche de veinte de
octubre con 10 grados. Sus ojos están cerrados mientras canta algo de Amaral. Cuando se abren me miran fijamente…
Sostengo esa imagen en mi cabeza durante el tiempo que puedo, pero
esa imagen me lleva a otra.
No teníamos un destino fijo, pero habíamos tomado la carretera
nacional CA -353 que lleva a Cóbreces. Sí, ya lo
recuerdo mejor. Comillas era el destino. Yo conduzco el coche beige que pagan mis padres. No paso de la velocidad que me
permiten las señales de tráfico. 70 km/h para ser precisos. Tampoco sé con exactitud qué canción suena por los altavoces, pero recuerdo que el volumen estaba perfecto
para que ambas nos pidiéramos escuchar y cantar sin miedo. Desde el asiento de cuero, se puede ver el cielo azul. Tiene unas pequeñas nubes blancas, nada de lo que preocuparse. Hace viento,
lo sé porque las hojas de los árboles bailan lo que no podemos bailar nosotras en estos asientos encajados. Los campos están verdes, aunque
no tanto como hace unos años. En ese instante pienso en lo divertido que sería
poder atravesar esos campos de maíz corriendo y desaparecer mientras cantamos
la canción que nos une. Me adelanta una furgoneta gris plateada y me hace retomar
la canción que suena. Justo, la miro y sus ojos se clavan en los míos.
Sostengo esa
imagen en mi cabeza durante el tiempo que puedo.
En la televisión
aparece Sam intentando adaptarse al nuevo mundo que le viene encima. Seguramente
Sam lo consiga. Consiga graduarse, consiga no estar dentro del porcentaje, no
ser de ese 4 de 5. Seguramente lo
consiga y yo sea capaz de ver la serie hasta al final, porque, al fin y al
cabo, aunque sepa cómo van a acabar las cosas que empiezan – otra vez - me quedo en
ellas por los detalles. Me paro ante él, ante ella.
Sucia, desesperada, exhausta me enfrento a la esperanzadora sensación de estar parada – ante la vida-.
Sucia, desesperada, exhausta me enfrento a la esperanzadora sensación de estar parada – ante la vida-.
[*] Con la ayuda de aquella chica que iba conmigo en el coche y esta canción en bucle: Holding Out | Sharon Van Etten.
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Vivian Maier |
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