La delicadeza....
Abres la puerta, todo te
envuelve. Sillones rojos, multitud. Una ciudad que parece parase en cuanto
apagan la luz y todo comienza. Tu vida se complementa con la de los personajes,
las emociones empiezan a revolucionarse y a traicionar a los ojos que aunque
son fuertes terminan inquietándose.
Sonrisas, carcajadas y malentendidos.
Al acabar, crees que tu
ciudad Natal se haya convertido en el increíble París.
Pero sales, y no sabes
hablar francés, caen algunas gotas, la gente va en bermudas y chanclas, bolsas
en la cabeza y caes sin duda en la cuenta de que por mucho que a veces lo
parezca, el cine no puede hacerte viajar.
Pero sabes que cada
noche que quieras, puedes pasar por la puerta de Los ángeles y comenzar a
viajar, eso sí, con tiempo restringido.
Me encanta el cine francés.
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