Las canciones se acaban
Las
canciones se acaban. Mis ojos buscan los suyos. Los suyos el libro. El libro se
lee. La lectura es pura magia. La magia es la conexión de una mirada. La mirada
que espera desespera. El bar está lleno. Son las dos. Los juegos con palomitas
mantienen la cabeza en vilo. Es tarde. Las palomitas pasean entre mis dedos.
Dedos fríos que pellizcan. Tres palmos y
puedo escuchar el susurro de las hojas al pasar. Dos libros y un periódico.
Todos hablan. Esquinas que arropan. Te miro.
Yo
llevo un vestido que desde esta noche ha dejado de ser de verano. Me limito a
las pequeñas e indiscretas observaciones. Las canciones tienen título. Puertas
de madera. Suelo que grita mentiras. Mentiras que tienen razón. Tú no escuchas
nada. Te limitas a leer. Sigue siendo tarde. Más cervezas en la mesa. No logro
ver cuál es el título del libro. Tampoco la editorial. Entran cinco mujeres por
la puerta. En la esquina alguien da palmas. Tú no escuchas nada. Yo te miro.
Relojes
que marcan la hora. Son las tres. El bar cierra. Quiero jugar al ajedrez
contigo. Las calles están mojadas. Último trago. Estoy demasiado nerviosa.
Cierro la puerta. Me miras.
Bruce Davidson |
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