El vacío | del latín vacīvus




Había dejado la puerta abierta. Tuve la luz encendida toda la noche. La ventana abierta por si no tenías llave. Sonaba tu canción favorita. Nunca te pedí que volvieras para quedarte. No te pedí que cesaras mi rabia. Nunca te pedí que me quisieras, al menos más de lo que ya lo hacías. Nunca pensé que te marcharías sin decir nada. El silencio es el mejor juego para los cobardes. Nunca pensé que iba a volver a gastar las horas pensando en las posibilidades que hay de estrellarse con un ególatra. Me había dado por el amor valiente, el cigarro encendido y la cama deshecha. Y hoy, ni tan si quiera así consigo derramar una sola lágrima.

Nunca te pedí flores porque me las pongo yo. Hoy volví a dejar la ventana abierta, pero cerré la puerta detrás de mí.

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