soñar
Todas las mañana me enfrento nada más abrir la puerta con el pasado. No me gusta tener tiempo libre para pensar y no soñar. La rutina me suele gustar por su sin parar, por su agotamiento, por su destreza y por su poca importancia. La cama es aquel lugar en el que mi cuerpo se relaja (y aunque no del todo) puedo empezar a soñar, sin miedo. Aunque a veces me gusta entender que somos del mismo material del que se tejen los sueños, nuestra pequeña vida está rodeada de sueños. La fuerza se queda entre las sábanas ya amarillentas del paso del tiempo... la vida hay veces que comienza a desmoronarse por los huecos de los armarios.
Estoy dispuesta a dejarme embragar por los sueños que alguien me preste o me ayude a encontrar.
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