Ruinas en equilibrio



Me duele responderle a la vida con las mismas lágrimas que salieron en el 2010, en el 2012 e incluso en este actual 2014. Todo es como una encantadora herida que no cicatriza ni tampoco deja de sangrar. Mantiene vivo el encanto del dolor. del amor mal curado, malgastado, mal soñado. Mantiene vivo el dolor que no puedo apagar, que no deja de brotar, al que no me puedo desenganchar. Pero al igual que yo, tú tampoco quieres que nada cambie. Tienes (tenemos) miedo. Miedo que nos mantiene en los escombros  y éstos nos facilitan seguir miserables, demostrándonos constantemente que el cambio nos debilita, que todo se sigue manteniendo en ruinas y que éstas son las únicas en las que te encuentras a gusto.  

Al final, la maldita zona de confort me señala con el dedo, la angustia me culpabiliza y me demuestra que la cobardía sigue llamando cada noche a mi puerta. Y es a mí, la que le encanta describirte que la valentía se vive, no se dice. Perdóname por seguir deliberando en  no decidirme, son tantos años… que olvidé que puedo hacerlo.


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