No ordinary love...



El contacto de una caricia en la pequeña franja que hay entre el culo y la espalda la despierta. Los domingos se aferra a la simple idea de no querer enfrentarse a sí misma, mientras siente de nuevo una caricia que le hace sentir que hoy, este domingo no estará sola. “Me encanta verte dormir. Anoche el vino te enloqueció por eso he querido que descansaras”. Y ella sin casi abrir los ojos, le sonríe como si aún siguiera soñando. “He dejado el café haciéndose, voy a por pan. Sigue durmiendo, no tardo”. Él la sonríe, le da un beso en la frente y se aleja por el pasillo. Antes pasa por el salón,  sube el volumen, comienza a sonar You and me were always with each other…” y el domingo empieza a amanecer a las 3 p.m. Mientras ella se asegura que ha cerrado la puerta, poco a poco se encoje como un ovillo de lana, tanto que sus rodillas casi tocan con su barbilla. La tranquilidad recorre todos los poros de su piel y le hace suspirar profundamente. Ella sabe que volverá. En ese mismo instante se dio cuenta de que él, ese hombre que se va por momentos, siempre regresa. Ese hombre que siempre vuelve era todo lo que quería en su vida. 


 Solo te pido una cosa… vuelve como siempre, por favor.


Granada y yo te esperaremos impacientes...

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