Oda a mí misma.



Extrañamente la casa está en un silencio inesperado de domingo por la noche. Normalmente las palomas no paran de cacarear, de maquillarse y de discutir sobre quién tiene más prisa o más privilegios para meterse en la ducha antes. Todas en sus respectivas habitaciones, recordando alegremente lo que pasó la noche del sábado o arrepintiéndose por las cosas que pasan cuando una cree que está a 1000 metros de altitud. Yo me sumo al silencio, a veces lo extraño tanto que cuando aparece no lo comprendo y me quiero contrariar dando un grito que lo anule. 

Juego conmigo misma, sueño para mí misma, me cuestiono, reflexiono y me recreo de mí misma, pero, ¿de qué te estás escondiendo? De la Otra, me digo con algo que me agarra por dentro. La Otra ha sido una inconsciente, una torpe, una gilipollas consigo misma (y con quien se subió al tren de ese desequilibrio emocional). Ha llegado a jugársela muchas veces y ha perdido la mayoría de ellas.  Sigo observando de lejos a la Otra, a Alicia, a la que estaba detrás de la piel, la que subsistió relegada de sí misma. La observo con miedo, distante de que siga haciendo énfasis en lo banal y bacanal. A veces la presto tanta atención que interpreto las conversaciones que dice, las traduzco a varios idiomas y aun así no consigo llevar a la práctica lo que leo. Ya no quiero leerte entre líneas, Alicia. Quiero entenderte y coincidir contigo pero te has hecho tanto que daño que ahora solo puedo dejarte sola. Sola por un tiempo, con tus miedos, con tus pérdidas, con tus vínculos, con tus fracasos y tus derrotas. Sí, como las mujeres de Beauvoir, que se han olvidado de sí mismas. Como sus mujeres que agonizan su vida hasta el último momento, hasta que ‘se’ aprenden, ‘se’ modifican y se prometen que si tropiezan con la misma piedra, la cogerán y la mandarán lejos, tan lejos que ni siquiera logren recordar hacia dónde la mandaron. 

Y cuando consigas aprender(te), valorar(te) y querer(te) vuelve, VUELVE que te necesito. Necesito a Alicia, a la Otra, a la que forma parte de este puto mundo utópico, la que experimenta y juega con su feminidad, la que no depende de las normas, de lo establecido, la que no se censura y es fiel a sus principios. Por favor, date tu tiempo pero vuelve. Tú eres la única a la que quiero y necesito. 




"Yo soy testigo ocular de lo que eres capaz y puedes despegar el día que quieras.
Lo que te jode es no saber a dónde ir.
Y el miedo deja manchas de aceite sobre todo el mapa.
Asi que creo que está bien que SEAS DE UNA PUTA VEZ COMO TU RITMO MARCA, que es cuando destacas.
QUE SEAS COMO QUIERES SER, QUE SOLO TE REPUDIE LO QUE NO TE MERECE".





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