Lo nuestro son polvos en el aire | Vol. XV


Al introducir los pies descalzos en la cama percibo lo frías que están las sábanas. El contraste con el calor de mi cuerpo me hace estremecer. Minutos antes, de entrar entre estas cuatro paredes, estábamos los dos tapados hasta el cuello con una manta enorme de color de azul que acababa de acercarnos Paula, antes de irse a la cama. Sudábamos sin movernos. Llevábamos unas horas tumbados en la misma postura, con mis piernas en tus rodillas, escuchando grupos de postpunk y grupos británicos de trip-hop mientras veíamos amanecer. Durante la noche, la música distorsionaba nuestras miradas y enloquecía los sentidos. Ahora, una vez en casa, seguíamos sin sueño, alterados, acabando todos los bises de las canciones. Quizá la droga, quizá las ganas de mantenerse despiertos, quizá el querer llegar hasta el final. Mis ojos se cerraban con el sonido trance de las últimas canciones. Te dejé en el sofá reflexionando sobre lo que iba a ser una decisión desesperada. No quise insistir más.


Con los ojos cerrados intento acurrucarme en mitad de esta cama que queda tan grande. Siento una ansiedad en el pecho mientras pienso en las ganas que tengo de que vengas al hueco que he dejado entre los cojines. Ahora que no tengo que dar explicaciones me deleito con la idea de que te recojas entre mis piernas. La droga y el alcohol crean imágenes realmente convincentes en mi cabeza. Entre ellas algunas de esta noche en la que bailábamos sin parar. Varios fueron los intentos de desaparecer del grupo, todos ellos sin buenos resultados. Recuerdo a la perfección aquellos ojos dilatados mirándome fijamente. “¿quieres irte a casa con ellos o quieres que esta noche trascienda?” me preguntabas incesantemente. Las 3.43. En ese justo momento había decidido quedarme contigo. Marta nos abría la puerta del bar. Muchos de los que hacían cola se quedaban fuera. Aquí dentro todo está bien. En el bar, en mi cabeza, en la habitación, en mí; ahora todo está bien.


Deambulo en las imágenes de mis pensamientos, me convenzo de que solo son grandes escenas e imploro a quien sabe quién que quiero seguir soñando con ellas. Se escuchan unos pasos por el pasillo. Disfruto con la idea de que hayas tomado la decisión deshonesta de meterme conmigo debajo del edredón. Abres la puerta con cuidado.  Tardo en reconocer que no es una imagen instaurada en el universo paralelo que acabo de crear. Te distingo entre las sombras. Me arrepiento de mis plegarias. Cruzas la puerta en silencio, te quitas el pantalón y te metes en la cama. Son perfectos los diez minutos donde nos acoplamos a estar tan cerca. La ansiedad ahora palpita más fuerte, la respiración se altera y seguimos sudando sin movernos.


De espaldas a ti, noto tu aliento en mi cuello, me agito y hago sonidos que no controlo. Sigues respirando fuerte a escasos centímetros de mí. Tus pies están igual de fríos que los míos antes de que llegaras. Nos unimos a través de ellos. Noto tu mano en mi cintura. Cojo aire. Mucho. Lo echo fuera de mí como si no pudiera quedarme nada, como si con ello me ahogara. Acerco mis pies a tus rodillas, subo por ellas. Juego con mis pies. Tus dedos tocan mis costillas como si de un piano se tratara. No estoy segura de poder controlar esto. Me quedo quieta e intento pensar en algo que me mantenga en calma. La droga y el alcohol crean imágenes reales. De todo ello es la culpa. Te acercas a mi espalda y tus dedos ahora recorren mi cuerpo entero. Noto las ganas que tienes de empezar a quedarte conmigo, dentro. Ya no hay milímetros entre tú y yo. Me das la mano y me aprietas con ellas el pecho. Esta fuerza nueva me inquieta. Quisiera acurrucarme debajo de las sábanas, darme la vuelta y que quitarme toda esta ansiedad de un golpe. Dame algo para callarme la boca, pienso mientras me hago la dormida. 


 Y, ¿si nos encerramos en esta habitación? Y, ¿si hacemos que todo esto estalle? Y, ¿si les damos ya la razón a todos ellos y dejamos de follar en el aire?  ¿y si lo hacemos de verdad? No te preocupes porque está todo bien, aunque seguimos sin saber si este polvo solo ha pasado por nuestras cabezas, porque a nosotros lo que nos gusta, lo que controlamos, lo que somos son polvos en el aire.  




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