furia!
Desde la más tierna infancia aprendemos que se nos quiere si sacamos buenas notas, tenemos el cuarto recogido, somos amables con los vecinos y los abuelos, obedecemos y nos estamos calladitos en un rincón jugando con las cocinitas o el Lego sin dar guerra. Es decir, se nos quiere por lo que hacemos o dejamos de hacer y no por quienes somos.
Después, vamos creciendo con la sensación de que tenemos algo que demostrarle al mundo.
Luzia Etxebarria.
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