Io sarei pronto a... cambiare vita.
Apareces
por la puerta de casa, tus llaves suenan diferente al resto. Las llaves caen
despacio, tranquilas, conocen el lugar donde tienen que pasar el resto del día.
Pero hoy tu voz suena agitada, aún no sé qué te ha podido pasar de camino a la
tienda del Pato. Puedo llegar a imaginar que algún vecino se haya tropezado
contigo en alguna esquina o todo lo contrario, que justamente no haya aparecido
“sin querer” por ninguna de las malditas calles que van de su casa a la
nuestra. Últimamente los vecinos son tremendamente guapos pero espantosamente
culpables de casi todo lo que te/nos ocurre. Puede que yo me esté alterando
demasiado y quizá solo vengas cabreada porque Amanda no tiene perejil y ya no
te crees más la excusa de que se lo ha comido el pato.
Mi
puerta está cerrada, me he pasado la mitad del día escribiendo en el ordenador
cosas que ni el Tribunal se va a leer. Hoy no tocas a mi puerta, ni tan
siquiera para hacer ese trocito de música que haces con los dedos. Oigo tu
puerta abrirse y cerrarse, imagino que algo tremendo ha tenido que ocurrir.
Intento concentrarme una vez más en la tesina. Sé que no voy a poder, que la curiosidad
va a poder conmigo. Pasa el tiempo y sigo sin escuchar tu puerta. Eso es mala
señal pero ahora sé que debo dejarte sola al menos unos instantes. Lo que tarde
mi curiosidad en levantarme de esta silla, que tú misma me regalaste sentada en
ella. Al final logro reunir fuerzas suficientes para abrir de nuevo el maldito Word
que me está volviendo loca y comienzo a escribir sin levantar la cabeza, ni tan
siquiera me doy cuenta de cómo las vecinas de enfrente se pasan la compra con
su maravilloso invento de cuerdas, propio del siglo XXI.
De
pronto mis sentidos me alertan de algo. Huele a café, y eso que tu cafetera tan
pequeña e italiana no tarda ni 3 minutos en dar ese maldito olor que me
encanta. Sé que es tu cafetera, porque yo no estoy en la cocina. Me gusta que
nadie más tome café en casa y prometo que no era un requisito para la
convivencia. Como gato irritable, por haberme hecho esperar para saber que te
ocurre, abro la puerta de mi jaula con ganas y rabia a la vez. Sin dudar, llego
a la cocina pero no te encuentro. Casi
no he terminado de darme la vuelta y tu
voz sin apenas acento italiano retumba en el salón diciendo:
-
-Ya era hora que salieras.
Hoy
te echo demasiado de menos. A ti y nuestras charlas con olor a café.
Tú,
el café y yo…
que se prepare el mundo que empieza una revolución.
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Cafetería en Cracovia :) |
Io sarei pronto a... cambiare vita
a... cambiare casa
a... fare la spesa e fare i conti a fine mese
a... 'lla casa al mare
a... 'd'avere un figlio... un cane.
a... cambiare casa
a... fare la spesa e fare i conti a fine mese
a... 'lla casa al mare
a... 'd'avere un figlio... un cane.
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