Las palabras del cuerpo
Víctor Stamp |
Ninguno
de los dos dijo nada. Nos gustaba temblar con las palabras. Nos gustaba
alcanzar el éxtasis con ellas, sin embargo no pronunciábamos una. Silencios que
se alargaban, como los suspiros de un intenso conflicto nocturno. Nos gustaba
coger las palabras de la mano y llevarlas con nosotros. Guardarlas, atarlas,
colgarlas hasta que supiéramos qué hacer con ellas. Nosotros, que pasábamos la
vida entre ellas, por un momento nos quedamos huérfanos, infaustos, abandonados
y torpes.
Nos
quedamos mirándonos un buen rato en silencio, ninguno de los dos calló nada.
Haciendo
del silencio el más frágil y angustioso espacio donde las palabras se amordazan
y el cuerpo habla. Soltar palabras, hablar palabras, decir palabras para callar
al cuerpo. Hicimos la guerra a las palabras y entre nosotros solo quedaban
resquicios de piel hambrienta, cuerpos a punto de pistola, trazando una matriz
supurada y a punto de explotar. Palabras y más palabras, haciendo con ellas la
prisión del cuerpo, aniquilando palabras y más palabras para no dejar de hablar
en silencio.
Ninguno
de los dos hizo mención de los errores gramaticales, de los eufemismos y de las
metáforas, éramos conscientemente locos de que esto nos llevaba a la revolución
del lenguaje, del lenguaje corporal. Transgredimos las palabras, hicimos con
ellas el más sátiro de los carnavales. Nosotros que trabajamos con ellas, por y
para ellas.
No podíamos
tener miedo de las palabras, sin embargo nos decíamos más sin ellas.
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