Lo nuestro son polvos en el aire | Vol. VIII
Esta noche hace mucho frío. La
luz de un rayo ilumina de repente esta maldita ciudad. Una noche sin luna. Los
árboles de la playa mueven el viento. No nos dejan ver el mar. El mar galopa
fuerte. Los árboles bailan con las olas. Las olas salpican. Hace mucho frío. No
hay nubes, tampoco estrellas.
Estamos solos,
sin tocarnos,
sin rozarnos,
sin cantarnos.
No es una buena noche,
ni para ti,
ni para mí
ni para Pepa,
la vecina del tercero que se
ha tirado desde el balcón y nadie ha ido a salvarla.
En la calle solo nosotros,
tampoco vamos.
No queremos recordarla
así;
sin aire,
sin vida,
sin nada.
Esperaremos a que los perros
se la coman.
En tus cascos Los Planetas.
En los míos Camarón con Paco de Lucía.
Seguimos solos;
sin palparnos,
sin amarrarnos,
sin escucharnos.
Esta noche tú te hubieras tirado con Pepa, la del tercero, pero tú desde el quinto. O desde el décimo si hubiera. La diferencia: que a ti te hubiéramos recogido con pañuelos de seda.
En los teléfonos, en la pantalla de la farmacia y en el reloj del ayuntamiento ya es diciembre.
Nosotros, intentamos arreglar las horas muertas de noviembre.
Llegamos al coche y dentro también hace frío. Apoyo mi cabeza en tus piernas. Tu pantalón está caliente, pero tú muy frío. Se llena las ventanas de vaho. Coges tu abrigo y me tapas. Mi cuerpo te tapa. Nos dormimos con la voz de Stevie Nicks. Quién sabe cuánto llevamos aquí dormidos. Quién sabe contar el tiempo cuando lo único que quieres es que pare. Es tarde y el cuerpo de Pepa se lo han comido los gusanos.
Arrancamos. Esta vez me llevas
a casa.
– Esa noche solo tú te
dormiste. Yo solo te miraba. Me recuerdas con tu voz quebrada y
ensangrentada.
Septiembre vendrá a buscarnos
y nosotros seguimos arreglando los restos de los días perdidos.
En noviembre empezamos un viaje que, por suerte, no nos lleva a ninguna parte.
En noviembre empezamos un viaje que, por suerte, no nos lleva a ninguna parte.
Esta noche brindamos por tirar
a Cronos por el balcón y que le coman los gusanos con Pepa para que no esté
sola.
Vivian Maier |
Comentarios
Publicar un comentario