Peligro | Del latín pericŭlum.


Son las tres
Sale el sol,
es navidad.
No es Baires.
La nostalgia ha llegado
para quedarse
al menos

por esta noche.


Hace cuatro años
en un salón como éste,
tres hombres, un bebé

y yo
esnifábamos la nieve
de Papá Noel,
ahí, junto al biberón. 

Con ella, 
las dudas, los miedos 
y los 'es que'.
Cantábamos bajito, 
eso sí,
para no molestar a los vecinos.
No sabemos quién dejó
aquella inmaculada señal
encima de la mesa.
El bebé solo sabía llorar
y yo
de repente
me olvidé de hablar.


Son las tres de la mañana.
El sol aún no tiene ganas.
Espero una señal.
los hombres aún están vivos,
pero callan,
el bebé aún no habla
yo tengo la boca cerrada
El silencio protege a los cobardes.
Pero, no,
yo

no quiero ser como ellos. 


Hombres que nunca son hombres,
que nunca se atreven a serlo
que no les dejan ser hombres
ni parecerlo.
y a mí
todos ellos
me dan tanta pena
que callo
y caigo
( o viceversa).
 
Son las tres de la mañana
las tazas de té planean asesinarme
el insomnio es perfecto
para quien siempre
tiene algo que hacer

(o que leer).
Hay hombres que no duermen
o que nunca supieron cómo
Hombres que modifican sus sueños
o que nunca tuvieron.
Hombres que dan miedo,
que están en peligro.
y a mí
todos ellos
me dan tanta rabia
que hablo
y caigo
(o viceversa).


La dominación de las palabras. 
 




Son las tres
llueve
quiero que Baires me atrape
me arrope, 

me mienta.
En su inmensidad
algunos hombres vienen a verme,
me buscan,

me gastan.
Esta ciudad tiene
tantos hombres
que
espero con ellos
a que la
nostalgia desaparezca.

Baires me ha dado una tregua.
Su forma, sus tiempos,

su lengua
Los hombres me desnudan
pero son tantos 

y tan poco cuerdos
que no confío en ninguno
y al final
la única que está en peligro
soy yo.




  

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