No quiero más que el buen sabor de nuestra historia...


Llevo horas dando vueltas en la cama, son las 5:43 y no consigo ni cerrar los ojos.  Me levanto con sumo cuidado para que tú, que duermes y te alimentas de los sueños, no dejes de soñar ni un solo segundo. Me acerco al salón, nunca había imaginado que la ciudad se despertara para mí pero sí, allí estaba, a mis pies. Todas las ventanas dan al este, a la Sierra, a la Alhambra, a esta ciudad maravillosa… 

Abro la ventana, el aire fresco de la madrugada de Mayo me ayuda a respirar y me da la última bofetada que me hace despertar. Ya no queda apenas nadie por la calle, la gente deambula sonriente intentando encontrar su casa o una cama donde aguardar a la resaca del Domingo. Miro a lo lejos, la ciudad sigue teniendo esa luz romántica de por la noche, el Sol muy a lo lejos comienza a dar sus primeros bostezos. Dejo la ventana medio abierta, me siento en el sofá de tela roja que compramos en el Ikea de Málaga y pongo los pies en esa mesa tan pequeña que aún contiene restos de la cena de anoche. 

No dejo de mirar por la ventana imaginando vidas ajenas. Como si fueran sueños, se repiten en mi cabeza historias que contiene parte de la magia que se nos quedó a nosotros entre los huecos del pasado. Juego con los recuerdos y mezclo las más puras pasiones con una pizca de nostalgia. Son historias que no se acaban, que no llegan a morder, a desesperar. Son historias poco reales que terminan por invadirme en una especie de tristeza, que ni el Sol que ya aparece por detrás de las montañas puede quitarme. 

        -Buenos días cariño. Ya está el desayuno. Creo que te has quedado dormida en el sofá. 

Y es en ese puto momento del día en que tú logras que el mundo desaparezca por completo y quiera dedicarme únicamente a ver tu cara de medio dormido e intentando alcanzar el  mundo con el que soñaste. 





Si estas tú aquí todo me sobra
No quiero más  que el buen sabor
de nuestra historia.
¡Oh,qué bueno fué que volvieras!
Que yo te estaba esperando
porque siempre yo te quise
aunque tu no lo supieras.
¡Oh, ahora que por fin has vuelto
que yo me quedo contigo,
gitanilla pa'los restos!

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