El viaje revolucionario de un amor
Después
de una guerra como esta alguien tiene que recoger los cuerpos inertes que se
han quedado debajo de los balcones. Torpe y descarada camino buscando alguien
que comparta sus migas de pan. No estoy hambrienta solo ansiosa de calor
humano. Después de una guerra como esta alguien tiene que abrir el cajón de la
memoria y yo he consumado todas mis fuerzas en echarte de menos. Después de una
guerra como esta, en la que ni vencedores ni vencidos lograron disipar el hambre,
me quedan las últimas esperanzas en un billete de avión. Lugares donde marcharme lejos
en busca de espejos que no esperan a que aparezcas y de plazas con claveles que buscan pasión y revolución.
Después
de una guerra como esta que ha teñido de sangre el cielo, solo aspiro a
buscarte en las azoteas de esta ciudad de vino, de puentes. No pretendo
encontrarte, solo quiero llevarte conmigo en mi cabeza y recorrer juntos cada una de estas calles viejas. Después de esta guerra necesito buscar el
socorro entre los huecos de tus rizos y allí quedarme hasta que esta realidad
de penumbras, desastre y locura se pase.
Las
calles están en silencio, ya nadie habla de nosotros. Las plazas están vacías, ya no cruzan palabras, solo
letras de canciones que hablan por nosotros. Los ojos que nos ven cuando nos
miramos. Ojos que mienten. Ojos que pierden. Aquellos ojos, que imploraron pequeñas libertades de expresión
tras los mejores ataques de amor que se hicieron este año, ahora callan. Ojos
que matan, que no dicen nada, que no muerden, que no mienten, que ya no sienten. Y mi
cuerpo se ha despertado mutilado, avergonzado de la violencia, la rabia y la
angustia de esta guerra que no deja más que cuerpos atados a camas de hierro.
Después
de una guerra como ésta quiero hacer contigo un pacto. Tú no digas nada, yo te
llevo conmigo. Yo te cuido como nunca lo hice, yo fotografío las historias que
nadie quiere contar, yo busco las paredes más lejanas de la ciudad, yo pruebo la vida en mercados y en platos de plástico, yo te canto canciones que aquí llaman fados. Yo cruzo los puentes que nunca
hubo entre nosotros.
Tú no hagas maletas, no te harán falta.
No digas nada y vente conmigo.
Tú no hagas maletas, no te harán falta.
No digas nada y vente conmigo.
Comentarios
Publicar un comentario