Empezar a dar amor y a recibirlo...




Anoche mientras Carlos se cuestionaba cómo cambiar el mundo, yo divagaba distraída entre la posibilidad de teletransportarme a un agujero negro del Universo o de sobrevolar la ciudad con esta fresca de Octubre que enfríe todo esto que siento. Y al llegar los vinos preferí(mos) acomodarnos a este viernes que no da tregua, embriagar las emociones y darle sentido a la vida. Con dos vinos y un par de tapas, terminamos entre la subida de los moros, el mirador que anuncia el fin de fiesta, un poco de flamenco y muchos sueños. Y entre todas esas cosas, apareces tú como un ser extraño a mi cabeza. Como ves, anoche me decidí por la segunda de las opciones y tú sin quererlo me acompañaste todo el viaje. Y quién sabe si aún seguimos planeando entre la cuesta del Chapiz y Gomerez. Tú, que eres de esos que creen (en las casualidades), reza para que no nos estrellemos. Y yo, que soy más de causalidades, me decanto por no dejar de abrir las alas y permanecer una mijilla más en este cielo maravilloso.La mente se va a jugar por allá, dejando el cuerpo atrás, no lo puedo alcanzar. Que hay parte de mí que ya no soporto mas pero no importa el tiempo está por cambiar...






Cuando me acuesto miro el techo y pienso que hay una cosa que yo nunca te conté:
cuando me quedo solo a veces pienso en vos y en empezar a dar amor de nuevo.

Y empezar a dar amor de nuevo
Y empezar a dar amor y a recibirlo si estás dispuesto a darlo
Y empezar a ver mejor que estas buscando esos seres extraños.


FOTO: PEROTA CHINGÓ FB

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