Is your love in vain?




-Déjame que yo te llevo-, dijo cogiéndola del brazo y empujándole a dejarse llevar. Esto había empezado ya hace tiempo, entre un 'tira y afloja', entre un 'espera y un ahora no', entre un' quita y un venga'. Ella no quiere precipitarse. En la cuarta copa de vino ya no quedaba carmín pero aún tenía lo suficiente como para que la noche no acabara, por ahora.

Él nunca había aguantado la mirada tanto con nadie. Mientras se fijaba en cada parte de su cara se acordaba de aquella niña con la que iba ‘a poco más que mirarse y abrazarse’ a la parte de atrás del instituto. No tenía la menor idea de lo que habría sido de ella. No tenía ni idea de dónde podría estar y mucho menos si estaría bien, pero estaba seguro que estaba haciendo lo que quería –siempre lo había hecho-. Se sorprendía contando los segundos e intercalándolos con una mirada dispersa a cualquier lado, un mínimo de refuerzo para volver a sus ojos. Tenía una maldita fuerza que le hacía adentrarse cada vez más tiempo y más intensamente en ella. 
Se miraban como si llevaran años amándose pero se tocaban con miedo, como niños jugando en el patio del colegio.

La copa ya vacía, pidieron la cuenta. Se despidieron pensando en que mañana volverían a verse. Todo quedó con un par de besos y unas risas despejando la x que había aparecido al comienzo de la cena. Antes de colgarse a los auriculares, alguien le tocó el brazo. 

Aún queda mucha noche se dijeron. 

Esa noche se despidieron tantas veces que llegó a salir el sol para tener una excusa para separarse.   
Sabía que mañana volverían a verse y el mañana llegó. 

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