Los inquilinos | I
viernes, 24 de mayo de 2019
Los inquilinos nuevos han llegado esta tarde, a eso de las 7 p.m. Es una pareja joven. Vienen en un furgoneta azul. No recuerdo bien la marca. Le hemos preparado la casa de invitados que está al lado de la nuestra. Siempre lo hacemos aunque no todo el mundo la utiliza. Prefieren quedarse entre los viñedos con sus auto-caravanas. Bene ha estado toda la mañana organizando los folletos, mapas y la carta de bienvenida que solemos darles cuando llegan. Siempre es personalizada, ya que mantenemos contacto con las personas que van a llegar días antes. Nos gusta saber quién viene a nuestra casa. Yo me encargo del jardín, él de esas cosas y juntos de las cosas de la casa. Esta mañana al terminar de acicalar la cocina, les he dejado comida de la región; bollos dulces de la panadería de Brigitte, lógicamente, vino hecho con nuestras uvas y algo de fruta fresca. Ah, también les dejé en la nevera mermelada de higos que hice el fin de semana pasado. Se quedan 4 noches. Van a pasar 15 días por Francia. Después irán a Mont de Marsan. Su intención es llegar a Burdeos, después bajar a Toulousse y su último destino Bayona antes de regresar a España.
Ella me recuerda a mí cuando era más jóven. No creo que tenga más de 30 años. Es vital, activa y muy madura. Es curioso pensar cómo se pasa el tiempo de rápido. Nosotros a los 30 años ya teníamos a Hadrien y a Pavel. Vivíamos aún en el piso de Grenoble. Fuimos bastante felices viviendo allí, aunque Pavel diga lo contrario. Al verla siento nostalgia. La vida es fugaz sobre todo cuando eres feliz. Y ellos parecen serlo. De él aún no sabemos mucho. Parece callado. Me gusta esta pareja. No suele ser el perfil de personas que vienen a esta campiña. El porcentaje más amplio suele ser familias con hijos o parejas jubiladas. En alguna ocasión hemos tenido a hombres mayores que viajaban solos. Me gusta por esto mismo,creo. Porque no parece muy común.
En una bolsa de papel marrón han traído comida tradicional. Todo envuelto en papel de periódico con lazos de colores. Cada alimento envuelto con un color. Queso, mantequilla y unos postres. Los he buscado sobaos y quesada. Nos ha dado a entender que quizá no es nada comparado con los quesos y mantequilla que se hacen aquí, pero que consideran que tampoco están nada mal. Bené con su estado de salud no debería comer esto pero seguro que quiere probarlo. Nos han contado que viven en una provincia del norte de España. Al hablar se les nota un acento cantarín muy simpático. La conversación, tanto la que hemos mantenido por internet como lo poco que he hablado con ella esta tarde, es amena. No sé si será esa la palabra. Fiable, quizá. No sé. Me provocan inquietud.
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Bene sigue insistiendo en pagarle el viaje a Hadrien. Está pasando por un mal momento económico y desde que lo ha dejado con Marta está un poco cabizbajo. Hadrien no va a querer. Nuestro hijo, por mucho que no lo quiera ver Bene, es tan orgulloso como su padre. Le llamaré, intentaré convencerle pero preferirá esperar.
sábado, 25 de mayo de 2019
Esta mañana Alicia y Thomas (que así se llaman los nuevos inquilinos) nos han preguntado dónde se encontraba la panadería de los bollos que les dejé ayer. Creo que les han gustado. Han tocado a la puerta sobre las 10 de la mañana. Ella traía en la mano un cuaderno pequeño negro y un bolígrafo del mismo color. Debe encargarse ella del viaje. Ha dibujado con líneas torcidas el camino hasta llegar a la panadería. No hablan mucho francés, así que escribiré a Brigitte que les regale de mi parte 2 croissants de mantequilla. Ella traía el pelo suelto. Tiene el pelo muy negro y unos ojos verdes que llaman la atención. Hoy los escondía tras unas gafas marrones.
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He hablado con Bene y hemos decidido invitar a la pareja a cenar esta noche a casa. Preparé las cosas que nos han traído y haré una garbure. Bene ha dicho que va a hacer unos Moin Moin. Hace tiempo que no cocina. Se ha animado. Últimamente está un poco agotado. Ha dejado por momentos de escribir. Lee cada día menos, aunque siguen siendo mucha cantidad de libros. El lunes pasado le llamó el Catedrático del departamento que le ha sustituido. Le preguntó si daba una clase magistral. En un principio se negó. Puso la excusa que teníamos un viaje a España a ver a Hadrien. El viaje es en julio. A veces me desespera la poca fuerza de voluntad que tiene ciertos días. Me gusta pensar en la cena. Espero que acepten.
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Han aceptado. Llegarán a las 20.30h. Cenaremos en la terreza.
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Pasamos una noche muy entretenida. Entre las luces nuevas que compramos la semana pasada y la luz de la luna tuvimos una velada muy agradable. Por cierto, les han encantado los Moin Moin de Bene. Después de degustarlos les ha contado toda la historia de cómo aprendió a hacerlo. La historia de la vecina. No ha parado de hablar sobre el Congo. Me ha hecho ilusión ver a Bene así, charlatán. Thomas, la pareja de Alicia, es músico. He dado por hecho que son pareja, no lo sé y es que a decir verdad, no he visto muchas muestras de afecto. Es raro porque ya se sabe que los españoles son muy de contacto físico. La primera vez que fuimos de vacaciones a España, estuvimos en Sevilla. Mon Dieu. Scandaleux.
Tienen una relación especial. Se percibe muy grata y sincera. Nos han enseñado algunas palabras nuevas del español. Me gustaba mucho aprender español de jóven. Empecé con las clases antes de la universidad. La mujer que me daba clases era una española, de Madrid. Recuerdo que mi único deseo era poder leer las obras de Lope de Vega y Calderón de la Barca. Suena tan bien el español. Me parece muy sensual. Lo que quería decir es que Thomas tiene un grupo de música en España. Por lo visto ya tienen 3 discos hechos. Nos cuenta que solo se dedica a la música tiempo parcial. Se percibe muy grato su entusiasmo y pasión por la música. Bene y él han estado intercambiando información sobre instrumentos. Por lo visto Thomas toca la guitarra. Algo más dijo que tocaba pero ahora mismo no lo recuerdo. Bene le ha contado un poco sobre algunos instrumentos africanos: el Mbela y el Ngombi. Bene intenta contarle cosas de su pasado en África pero los recuerdos también le fallan. Les quiso contar una celebración de cuando era pequeño. Hubo varios silencios. Él no quiere ver cómo sus recuerdos también se quiebran. Mantiene ciertas estrategias que Alicia y Thomas no saben. A veces se inventa los finales. A mí me encanta como suena el Ngombi. Lo trajeron hace años unos amigos de Bene tras el viaje de reencuentro familiar en el Congo. Éste tenía 6 cuerdas y estaba hecho con ennanga. Hemos pasado una noche estupenda. Olía a azahar toda la terraza. Al acabar me he acordado de la guitarra que nos compramos en Granada durante la primera visita de Hadrien. Está en el salón, encima de una silla de madera. Podría haber sacado la guitarra para que tocara. Una pena esta memoria que se va acabando. Durante la cena he podido sentirme joven de nuevo. Les veo a ellos, puros, llenos de vida y yo me veo cada día más vieja. Viviendo en un sitio privilegiado, es cierto, pero sola y vieja. He recordado los viajes con Bene. Sobre todo los viajes a Martinique. Tienen muchas ganas de emprender el viaje. Si no tuviera 63 años me iría con ellos. Se van el martes por la mañana. Es pronto.
Escribo esto sentada en la mesita de la habitación mientras observo a Bene repasando el artículo que va a entregar a la Revue française de science politique. Apenas se ha dado cuenta de que estoy aquí observándolo desde hace rato. Ahora me meteré a su lado, le daré un beso. Ni me mirará a los ojos. Sé que aún me quiere. O eso quiero pensar.
Antes de sentarme ante este cuaderno marrón me he mirado en el espejo del baño. El pelo blanco me favorece. Llevo el camisón de flores malvas que me regalaron Margot y Sophie por mi último cumpleaños. Intento sonreír a la mujer que tengo delante, pero soy incapaz.
Buenas noches, Catherine. Buenas noches. Buenas noches, Alicia.
domingo, 26 de mayo de 2019
Hace semanas que Bene no me toca. Al sexo me refiero. Tocarme me toca. Me abraza y me besa a menudo, aunque no mucho. Suelen ser besos silenciosos, como él. De vez en cuando mientras me lee lo que está escribiendo me da la mano. Muchas otras no. Está tan inmerso en su mundo, cuestionando todo y a todos que se olvida de mí. Y llevo la vida entera con él. Quizá es por eso. Son tantos años...Le conocí en Grenoble. Ambos estudiábamos allí. Él ciencias políticas y yo estudiaba arte dramático. Coincidimos juntos en una cena en casa de Margot. Mi memoria se va desmoronando pero esa noche la recuerdo bien. Me impresionó su altura, sus ojos negros y su pelo afro. Margot, amiga mía de la adolescencia, ya me había hablado de él. En ese momento yo no tenía ningún interés. De hecho, solo me preocupaba aprender las obras, mejorar mi puesta en escena e irme a Paris a probar suerte en el teatro. Margot iba con él a clase y me contaba que siempre cuestionaba todo. En esa cena me soprendió la facilidad de Bene para explicarme la situación actual del Congo. Aún cuando digo solo 'El Congo', me corrige "República Democrática del Congo". Siempre ha tenido las ideas muy claras. Su pasado no había sido fácil. Le costó mucho llegar a Francia, le costó mucho estar vivo. Para él todo son luchas. Hadrien es igual que él. A veces echo en falta esa fuerza en Bene. Cuando están juntos son capaces de discutir hasta altas horas de la noche. Y eso que ya Bene cada día aguanta menos estar despierto hasta tarde. Hace 7 meses que Hadrien no ha venido a casa. La última vez fue en el cumpleaños de su hermano. Debería venir más. Lo echo en falta. Quizá si Hadrien... o quizá no. Quizá es simplemente la vida.
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Son las 15:34. La melancolía me ha invadido esta mañana. No paro de escribir en este diario como si me fuera a sacar de algo. No sé si lo hará pero siento que es lo único que tengo. He estado en el jardín durante toda la mañana. Podando las flores, observando lo bonitas que están en primavera. Me he cruzado con los inquilinos esta mañana. Han cogido las bicis que tenemos en la entrada y se han ido a pasear. Aún no han vuelto. Creo que es Alicia la que me lleva a esta melancolía. Añoro los días de juventud. Quisiera ser ella. Envidio su pelo negro y liso. Tiene unas pequeñas ondulaciones. Hoy lucía un vestido blanco con flores granates. Thomas llevaba un pantalón corto, hasta la rodilla y una camiseta de algún grupo que no conozco. Ella nos habla con mucha delicadeza. No sé si le recordamos a alguien o es que simplemente es cordial debido a la diferencia de edad. Aunque bueno, al pensarlo bien en general tiene delicadeza al contar las cosas.
La vida me ha enseñado a valorar las cosas sencillas. La sencillez se ve alterada con lo superficial. Me he fijado mucho en Alicia. La forma de mirar a Thomas tiene cierta similitud a cómo miraba yo a Bene cuando le conocí. Las miradas dicen más de lo que somos capaces de decir con las palabras. Yo me enamoré de Bene pero fue él quien me citó otro día a solas. No tuve nada que hacer, mas que aceptar. Ahora sigo aceptando toda esta situación con Bene. El silencio me hace no romper la estabilidad con él. Me gusta saber qué es lo que va a pasar aunque nunca pase nada.
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Les veo llegar desde la ventana. Esta ventana sigue sin cerrar bien. Le tengo que decir a Bene que deje sus libros y que haga algo para arreglarla. Han posado las bicicletas en la entrada. Son las 18.28. Alicia trae el pelo mojado. Imagino que ellos hagan el amor apasionadamente.
Paula Cosgaya Carreño |
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