Labio | Del latín labium

Jacob Aue Sobol 



Era la 1:27. Parecía realmente una noche de verano, pero aún estábamos en mayo. La ciudad olía a flores de azahar. Los paseos de noche por la ciudad sin un destino fijo se habían convertido en el mayor entretenimiento de la temporada. Parecía verano, pero no lo era.

Como todas las ciudades de Portugal, Coímbra tiene el suelo de piedra. Una piedra blanca que resbala cuando llueve. Hoy parecía que iba a llover, pero al final no llovió. Se escuchaba música por la calle. Los niños se divertían subiendo y bajando las escaleras monumentales de la ciudad. Hacían carreras. Parecían hermanos, pero no lo eran. Nosotras estábamos sentadas en algún escalón roto y disfrutábamos pensando en las vidas ajenas que iban apareciendo por la calle. Todavía hacía calor. Se escuchaba barullo. Los jóvenes estaban de fiesta en la república dos fantasmas, una de las más famosas de la cuidad. Macu y yo nos despedimos creyendo que habíamos arreglado un poco el mundo. Parecía tarde, pero no lo era.

Generalmente el camino que hago hasta mi casa es tranquilo. Las luces son tenues. Atravesé el jardín botánico. No quise tenerte en la cabeza así que aproveché para escuchar el sonido de la ciudad. Te echo tanto de menos que he dejado de quejarme porque me han puesto una multa que no puedo pagar. 


Cuando llegué a mi habitación abrí las ventanas tanto que escuché un ruido al chocar con la pared. Definitivamente ha llegado la temporada de dormir con las ventanas abiertas. Siempre me ha gustado dormir con las persianas arriba y las ventanas abiertas incluso antes de vivir en Alemania. A Israel también le gustaba y durante las últimas 121 noches de nuestro último año viviendo juntos gritábamos nuestro amor a toda Granada. Después de este lapsus nostálgico, me quité la ropa y me puse a mirar por la ventana. Aunque había muy poca luz pude distinguir algunas amapolas que hay en el jardín de enfrente. Dice Taibo (2015) que por cada árbol plantado en España hay 5 en Portugal. Y sin duda alguna le creo. Coímbra es verde.



Miro por la ventana y pienso en lo que yo haría si te tuviera ahora delante. La última vez no supe hacer nada. Me meto en la cama y comienzo a dar vueltas. Me pongo el último disco de Love of lesbian y me doy cuenta de que esta noche es una noche para no dormir. Te echo tanto de menos que he hecho que el verano llegue antes. Pienso en que, si estuvieras aquí conmigo, esta noche hubiéramos cerrado algunos bares, nos hubiéramos terminado las botellas de vino que compré y no te di. Hubiéramos cantado algunas de las canciones que nos dedicamos. Nos hubiéramos tocado más que la última vez. Pienso en que aún sería capaz de no decirte nada, pero intentaría demostrarte un poco más. Pienso en que este juego me ha mantenido en alerta y que, si solo es un juego, quiero seguir tirando los dados. Pienso en que quiero estar cerca de ti, que estoy harta de marcharme. Pienso que quiero dejar de moverme y que solo deseo moverme encima de ti. Sé que haríamos el mejor amor que no se ha hecho jamás. Pienso que le he dado una gran responsabilidad a la música y maneja mi estado anímico como si fuera una pelota en un campeonato de palas en el Sardinero. Pienso que besarte sería lo primero que hiciera. Pienso en el verano, en la distancia y en que ojalá pudiera tenerte esta noche en mi cama. Pienso en buscar el oriente de tus astrolabios. Pienso en que haríamos el mejor amor que se ha hecho nunca y eso sí que lo creo de verdad. Te echo tanto de menos que pienso que es amor, pero luego, sin embargo, creo que solo es inercia.

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