Razón | del latín ratio, -ōnis
Como ya se ha comentado con anterioridad, la habituación es
la acción que se repite una o más veces. Sin embargo, como todas las cosas ésta
puede romperse de dos maneras: de manera interna o externa. Es decir, esta
práctica repetida puede ser alterada de forma consciente. Con otras palabras,
'soy yo la que quiero romper mi habituación con J'. O bien que ésta sea
modificada por diversas circunstancias ambientales externas, que es, al fin y
al cabo, lo que J. ha hecho conmigo.
J. ya no está en mi círculo de habituación. Por lo tanto J. ha dejado una ausencia de los hábitos que yo
realizaba con J. Y ¿qué pasa cuando dejamos de realizar un procedimiento
operativo en nuestra vida? En esta ocasión concreta he de decir que solo
la ausencia de esos hábitos lleva a que una misma pueda acceder a los
significados que estos tienen. Vamos que “no se sabe lo que se tiene hasta que
se pierde”. Y esta es una frase que nos acompaña a las personas con tipología
temperamental tipo 2 en nuestra vida, ya que tendemos a ser indecisos. Esta
ausencia lógicamente deja un espacio, el cual está gobernado, principalmente,
por las emociones y, posteriormente y si quieres, porque de esto debes ser
puramente consciente, al pensamiento y a la autocrítica. Vamos, que con mi propósito
de hacer caso a Weber y comprender los significados que tienen mis
acciones he entendido que la ausencia del hábito produce emoción y, después,
pensamiento. En otras palabras, la consecuencia de no realizar ese
procedimiento rutinario lleva a, principalmente, echar de menos el hábito y a
que pienses, cuestiones, reflexiones acerca de las razones de su ausencia. Por
otro lado, la relación que existe entre el pensamiento y la afectividad es
bastante directa. ya que las emociones aparecen constantemente ante estímulos
ambientales y permiten dar respuesta directa a éstos. Sin embargo, a veces con
una sobrecarga de emociones nos vemos incapacitados para llegar al pensamiento.
Yo sé que tendría que pensar acerca de las razones de porqué echo tanto de
menos a J., sin embargo, lo único que quiero es no echarlo de menos. Y por lo
que se puede percibir de los primeros resultados palpables del intento de
comprender los significados que tienen mi comportamiento se espera que todavía
no es el momento de entrar en detalles del pensamiento. Vamos, que ya lo decía
Pascal (1623-1662): «El corazón tiene razones que la razón no entiende».
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