Pasión | Del latín passio, -ōnis
La conciencia es capaz de moverse en diferentes
esferas de realidad. El problema es cómo nos desplazamos entre esas realidades, en cómo nos movemos entre las interpretaciones de la realidad cuando nuestros significados dependen
en mayor o menor medida de los significados de los demás. Cuando Berger y
Luckmann (1968) hablan acerca de la zona limitada de la realidad social no puedo
no buscar los paralelismos que tiene con esta etapa, con mi aquí y mi ahora.
Estas realidades completamente diferentes a la realidad de la vida cotidiana,
según estos autores, se caracterizan por desviar la atención hacia algo que es
extraño, fuera de lo común de nuestra realidad de vida cotidiana y que, tal y
como su nombre indican, están limitadas de significados. Claro está que a
menudo trasladamos nuestra atención constantemente hacia otras cosas, momentos
o personas, pero la peculiaridad que tienen estas zonas limitadas es que este
desplazamiento es radical y extremo.
Tal
y como sugieren Berger y Luckman el teatro proporciona un claro ejemplo para
entender estas zonas limitadas de significados. La transición entre las
realidades se señala con la subida y bajada del telón. Cuando se levanta el
telón, el espectador se ve 'transportado a otro mundo', que tiene significados
propios, y a un orden que tendrá o no mucho que ver con el orden de la vida
cotidiana. Cuando cae el telón, el espectador vuelve a la realidad, es decir, a
la suprema realidad de la vida cotidiana.
Estos autores constatan que, tanto el arte como la religión son
productores endémicos de zonas limitadas de significados. A mí, y bajo mi humilde opinión, me
gustaría añadir a la lista de zonas limitadas la pasión (y/o al mal llamado
amor). Y no me refiero a un apetito sexual, sino más bien a la séptima acepción
de la RAE:
7.
f. Apetito de algo o afición vehemente a ello.
El
escenario real que nos ofrece la pasión (por algo, por alguien…) nos lleva a
alejarnos en cierta manera de nuestra realidad de vida cotidiana. Y tal como
señalan, Berger y Luckman, uno de los elementos que caracterizan a estas zonas
es el cambio radical en la tensión de la conciencia. Otro de esos elementos característicos
de este escenario, a veces arduo y otras muchas insuficiente, es que están codificadas
en un lenguaje (verbal y no verbal) diferente al que se utiliza en la realidad
de la vida cotidiana. Así, por ejemplo, cuando a un pintor o a un músico se les
pregunta sobre con qué palabras o cómo describirían sus obras estos señalan que
no pueden trasmitirse lingüísticamente. Es por este motivo por lo que tienen serios
problemas para interpretar la coexistencia de la realidad con los reductos de
la realidad dentro de las cuales se han aventurado. Últimamente a mí me ocurre lo
mismo.
Cuando
esta mañana Macu me pregunta por qué me he demorado tanto en venir he dicho exactamente lo
mismo:
- las razones no pueden describirse lingüísticamente.
- las razones no pueden describirse lingüísticamente.
Al
menos ahora entiendo que la realidad que vivo contigo es
una realidad aparte, es radical e incluso violenta. Que es real, aunque confusa. Me doy cuenta de que se construye en intersubjetividad contigo pero que como en toda obra de
teatro se baja el telón en algún momento.
Imagen de 'El artista y la modelo' de Fernando Trueba |
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